Hasta
donde llegan mis recuerdos, cerca de tres a cuatro años posteriores al mes de Abril
de 1954, cuando nací en Buenos Aires, el dibujar era uno más entre mis juegos y
entretenimientos, compitiendo con el de andar en bici, jugar a la pelota,
participar en carreras de autitos masillados sobre pistas pintadas sobre
asfalto, porrazos sobre carritos montados sobre rulemanes, armar y remontar
barriletes, fogatas de San Pedro y San Pablo, balero, yo-yo rusell, subiría-subiriola
y ya los más sofisticados “Costa Azul” , “Mecano” y “Mis Ladrillos”.
A veinte metros de
casa, Vivi daba clases de dibujo y pintura, y allá yo iba dos o tres veces por
semana a “jugar” con el lápiz, las pinturitas; después fueron las acuarelas y
las témperas y finalmente los óleos!!!!
Y el gusto por el
dibujo fue creciendo, alentado por los “que bien dibuja su hijo” de las madres
de mis compañeros del cole. En realidad yo era a esa altura el tuerto en el
país de los ciegos.
Tenía el
“privilegio” de ser el designado para los dibujos en el pizarrón, las láminas
de las clases especiales y las ilustraciones para la revista del colegio. Ya en
el secundario aparecieron las caricaturas de profesores y compañeros, no
siempre beneficiando sus apariencias.
La “colimba” trajo
mishiadura. Sin un mango partido al medio con mis “hermigos” Luis y Lily
pintábamos tapices de escudos feudales sobre cuero que vendíamos en mueblerías
y casas de decoración. Era la década del 70 y con nuestros veintipico, comulgábamos
con la onda de “amor y paz”. Había también tapices del Che, de Hendrix y los
Stones.
La llegada de mis primeros sobrinos, y luego de mis hijas, me motivaron para hacer los
primeros retratos de sus caritas en óleo pastel.
Compartí alguna vez
con amigos un curso de pintura autodidacta en Centro Cultural R. Rojas, y
estuvimos “ocupando” una pieza en el Centro Cultural de los Artistas, viejo
conventillo de La Boca de la calle Magallanes , donde nos reunimos para pintar,
charlar y matear, y, de vez en cuando disfrutar algún tinto de los que
potencian la inspiración plástica.
Esta fue mi formación. Desde siempre la pintura como una forma de divertirme, expresarme, relacionarme con los demás y de pretender perdurar.
Me gusta pintar
personajes y escenarios relacionados con el campo y la ciudad, de ahora y de
siempre.
El caballo es el
animal que mas me conmueve. Me gusta representarlo de la mejor forma que me es
posible.
Hoy sigo
aprendiendo de los que realmente saben y lo disfruto, como así también, y
aunque sea un juego de palabras, disfruto que disfruten de lo que hago.
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